Hace mucho rato que me estaban recomendando que leyera algo de Pablo Simonetti. Siempre me había mostrado reticente, usualmente evito leer a escritores que son aclamados acá en Chile, porque en general el éxito literario por estos lares es conseguido por novelas más bien pueriles o faltas de sustancia. Puedo mencionar, por ejemplo el caso de Jaime Bayly o E. L James cuyos libros son devorados por las masas y considerados obras maestras, sin ser nada especial.
Entonces, al ver que Simonetti era tan alabado por todos, simplemente evité leer sus novelas. Hasta que un amigo insistió. Le hice caso. Acepté que me prestara La Soberbia Juventud, y después de 10 páginas me di cuenta que mi juicio anterior estaba completamente correcto.
A riesgo de parecer pesado, y de dármelas de pseudointelectualoide, debo decir que el libro tiene tanta sustancia como una novela de Corín Tellado. Con una diferencia, acá la historia de amor se vive entre hombres. Pero el resto es igual. Incluso la siutiquería de la señora Tellado se nota en estos casos. Los personajes no son normales, o son enormemente guapos, o son exitosos. Los sentimientos son totalmente superfluos, sin una profundidad. Sin un contexto. Son personajes acartonados y netamente falsos.
Hay pasajes que son horrorosamente fomes. Que intentan mostrar una densidad inexistente. Que no tienen mayor trascendencia para la trama. Es el amor más edulcorado que he leído en mi vida. Como diría esta gente a la que le gusta el fútbol, le faltan huevos... Y le sobra mucho aire de grandeza.
Y no estoy pidiendo que sea algo marginal como Pedro Lemebel. Pero si SIminotti quiere escribir respecto a los gays en su círculo social debiera hacerlo desde una perspectiva más humana y no desde la fantasía de una telenovela de Canal13.
Lo más rescatable son las últimas páginas, cuando todo el romance gay pasa a un segundo plano, para llegar a mostrar algo de sentimientos reales, como el dolor, las decisiones y el futuro incierto. Aún así, se queda corto. No logra hacer sentir en el lector. No logra transmitir nada.
He leído críticas y he preguntado por a amigos/conocidos su sensación respecto a Pablo Simonetti. En la mayoría de los casos han sido respuestas positivas. Ahora, lo mismo pasa con Pilar Sordo.
En fin, me queda la duda, es Simonetti bien calificado por ser gay. Es muy probable que si alguien se diese el lujo de hacer una crítica negativa en un medio, se enfrentase a una multitud de personas furiosas tratando al crítico en cuestión de fascista, Opus Dei, Homofóbico y un largo etcétera.
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